Los niños y niñas experimentaron con las sombras chinas, dando vida a diferentes animales que aparecían en la pared gracias a la luz y su imaginación.
Con sus manos, cartulinas y mucha creatividad, surgieron pájaros que volaban, conejos que saltaban y perros que ladraban en silencio.
Este juego no solo despertó risas y asombro, también les permitió explorar la relación entre luz y sombra, expresarse con el cuerpo y trabajar en equipo para inventar pequeñas historias.
Un aprendizaje sencillo y lleno de posibilidades, donde descubrimos que a veces las cosas más mágicas nacen de lo más cotidiano: ¡una luz, una pared y la imaginación sin límites de los niños!
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